Todo acerca del
BAUTISMO
Por Herbert W. Armstrong
El
bautismo en agua -
¿es esencial para la salvación? ¿Se salvó el "ladrón en la cruz"? ¿Fue salvado
sin bautismo?
¿Cuál
es la forma apropiada o el modo correcto de administrar el bautismo -
derramando, o rociando agua sobre la persona o sumergiéndola?
¿Deben
ser bautizados los niños? Suponga que usted fue bautizado por un ministro que ya
no es de su estimación y confianza. ¿Debería ser bautizado de nuevo?
Si
usted fue bautizado "en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo",
¿debería ser bautizado de nuevo "en el nombre de Jesús" solamente?
¿Hay
que ser bautizado inmediatamente después de haberse arrepentido, o sólo "después
de seis meses de prueba"? ¿Es requisito indispensable que un ministro ordenado
efectúe el bautismo?
S |
OMOS
salvos
por gracia y por medio de la fe - eso es
indiscutible, pero… ¡hay condiciones!
Millones están siendo
engañados, seducidos - se les ha hecho
creer que son salvos cuando no lo son.
Por siglos se ha
divulgado la doctrina errónea de que "Cristo completó el plan de salvación en la
cruz", cuando en realidad ése sólo fue el principio. La enseñanza de muchas
iglesias es: "Crea solamente; es todo lo que hay que hacer; crea en el Señor
Jesucristo y será salvo en ese instante".
Tal enseñanza es falsa.
Y a causa de este engaño - la perversión del
verdadero Evangelio de Jesucristo durante los últimos 1.900 años mediante la
predicación de un falso evangelio acerca de la persona de Cristo, y con
frecuencia de un Cristo falsificado - millones adoran a
Cristo hoy, pero en vano. Porque Él dijo: "…en vano me honran,
enseñando como doctrinas mandamientos de hombres" (Marcos 7.6-9).
El hombre es mortal
- no tiene
inmortalidad inherente en sí mismo. Jesucristo es el único, de todos los hombres
que han vivido, que tiene inmortalidad (1 Timoteo
6.16). La pena del pecado es
muerte, muerte eterna, de la cual no habrá resurrección. Y todos hemos pecado y
estamos bajo esta sentencia. Sólo Dios puede dar vida eterna. Y como el Padre
tiene vida en Él, inherente en sí mismo (Juan 5.26), la ha dado al
Hijo, Jesucristo, por medio de quien la imparte a nosotros (1 Juan 5.11-12). Por eso, quien
no tiene a Cristo no tiene vida eterna. La vida eterna es un don que ningún
hombre tiene - hasta que la
recibe de Dios (Romanos 6.23).
La sangre de Cristo no
es lo que finalmente salva al hombre. La muerte de Cristo solamente pagó la pena
del pecado en nuestro lugar - su sacrificio
borra las manchas de los pecados pasados - nos salva de la
pena de muerte - deshace aquello
que nos separaba de Dios y nos reconcilia con Él.
Pero somos salvos
- es decir, nos es
dada vida inmortal - por la vida de
Cristo, no por su muerte (Romanos 5.10). Cristo es un Salvador que oye. Él no
está muerto - resucitó de los
muertos. Jamás podríamos ser salvos por su sangre solamente, si Él no hubiera
vencido a la muerte (1 Corintios
15.17-18).
Somos mortales, sin
vida inmortal en nosotros mismos, y nos hallamos bajo la pena de la muerte
eterna a consecuencia del pecado. Para ser salvos, tendremos que nacer de Dios,
quien es Espíritu. Nosotros nacimos de padres humanos y por eso somos humanos
- carne, polvo de la
tierra, substancia terrena (Juan
8.3-6; Génesis 2.7;
3.19; 1 Corintios 15.47-49). Para ser nacidos
de Dios, primeramente tendremos que recibir, durante esta existencia, la
impregnación de vida, o sea el Espíritu Santo de Dios. Una vez recibido, somos
mera concepción espiritual, somos comparables a un niño no nacido que está
todavía en el vientre de su madre. Entonces venimos a ser simplemente los
herederos potenciales del Reino - sin tener aún
posesión de la herencia.
Convertirse quiere
decir cambiar. Cuando uno recibe el Espíritu Santo de Dios, todo su punto de
vista, su concepto de la vida, sus propósitos, objetivos, manera de pensar
- todo - se transforma. Es
una renovación de la mente con el Espíritu de una mente sana. Pero el individuo
sólo ha sido concebido. Y, como el niño próximo a nacer tiene que ser alimentado
por medio de la madre y ha de desarrollarse y crecer físicamente antes del
alumbramiento, así también es necesario que el humano convertido, ahora
concebido espiritualmente, sea sustentado con el alimento espiritual de la
Palabra de Dios, que le hará crecer espiritualmente; crecer en la gracia y en el
conocimiento de Cristo revelados en la misma Palabra de Dios (2 Pedro 3.18). El individuo
convertido tendrá que vencer las tendencias nocivas de su naturaleza humana y
desarrollar dominio propio; aprender paciencia; crecer en amor, fe y
entendimiento; hacer las obras de Cristo; y mientras se efectúa este desarrollo
espiritual durante esta vida de servicio activo, habrá de soportar persecución,
aflicciones y pruebas hasta el fin.
Solamente los
cristianos que durante esta vida cristiana de concepción espiritual logren
crecer en conocimiento y gracia, vencer las tentaciones, desarrollarse
espiritualmente, hacer las obras de Cristo y perseverar hasta el fin, recibirán
la inmortalidad; serán finalmente cambiados de mortales a inmortales cuando
Cristo regrese (1 Corintios 15.53-54).
Así que ser convertidos
y recibir el Espíritu Santo de Dios, es simplemente el principio. Entonces empieza un constante
vivir bajo el gobierno de Dios - de acuerdo con las
leyes divinas, que expresan su voluntad. Ya no vivimos según nuestra propia
voluntad y deseo.
Una persona ni siquiera
es concebida de Dios a menos que pertenezca a Cristo (1 Juan 5.11-12). Y es de Cristo
sólo aquél que ha recibido el Espíritu Santo (Romanos 8.9). Uno ni siquiera
es convertido - engendrado
espiritualmente - ni está iniciado
en el camino de la salvación final, sino y hasta que recibe el Espíritu Santo de
Dios.
La cuestión es,
entonces, cómo dar el primer paso para convertirse en un cristiano - cómo empezar la
vida cristiana que conduce a la vida eterna; esto es, en efecto, cómo ser
cambiado y recibir el Espíritu Santo de Dios.
"¿Qué haremos?"
Leamos el principio del
Evangelio de Jesucristo, según Marcos 1.15. Jesús dijo:
"Arrepentíos y creed en el
evangelio". Las primeras palabras que Él
pronunció en el comienzo mismo de su Evangelio, expresan las dos condiciones que
se requieren para ser un cristiano: arrepentimiento y fe. Esas son las dos cosas
que debemos cumplir. El arrepentimiento es hacia Dios. La fe es hacia Cristo.
Arrepentirse significa dejar de pecar, y el pecado es la transgresión de la ley
espiritual de Dios. Así que arrepentirse quiere decir empezar a vivir de acuerdo
con los mandamientos de Dios. Jesús dijo: "Creed en el
evangelio". Y el Evangelio es el cúmulo
de buenas noticias acerca del Reino o gobierno de Dios, y como tal, implica
obediencia a las leyes, en este caso a las leyes de Dios que expresan su
voluntad; es el gobierno por la voluntad de Dios, ya no según los deseos
humanos.
Después de que Jesús
hubo completado su ministerio terrenal, después de pagar la pena por nuestros
pecados en la cruz, resucitar de los muertos y ascender al cielo, el Espíritu
Santo fue enviado para todos el siguiente Pentecostés.
Miles se hallaban en
Jerusalén para celebrar aquella fiesta. Cuando el Espíritu de Dios cayó sobre
- y entró en
- los discípulos
aquella mañana, millares se asombraron ante el majestuoso espectáculo. Pedro
predicó el primer sermón inspirado del inicio de la Iglesia cristiana. Miles
sintieron profunda convicción de culpabilidad. Se dieron cuenta de su condición
perdida. Comprendieron que en verdad Jesús era el Mesías - el Salvador.
"¿Qué
haremos?", clamaron a Pedro y a los
discípulos. ¿Qué haremos para ser salvos?
Pedro ahora estaba
inspirado. La respuesta vino clara, directa y con gran poder:
"Arrepentíos y bautícese cada
uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y
recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hechos 2.38).
He allí de nuevo las
condiciones que Jesús impuso en el principio de su Evangelio - arrepentíos y
creed. Uno no puede ser propiamente bautizado a menos que crea (Hechos 8.37). El bautismo es
una ordenanza que simboliza fe en la muerte, sepultura y resurrección de
Cristo.
Una vez cumplidas las
condiciones, Dios cumple su promesa de poner dentro del creyente arrepentido su
Espíritu, que es su amor, fe, entendimiento, mansedumbre, benevolencia, poder,
etc. - su modo de pensar
- el Espíritu de una
mente sana - su vida misma
- la impregnación y
concepción de la vida eterna, y el carácter divino. El Espíritu Santo en la
persona es lo que la hace cambiar.
"Porque para vosotros es la
promesa, y para vuestros hijos… para cuantos el Señor nuestro Dios llamare"
(Hechos 2.39).
El bautismo en agua es,
pues, uno de los requisitos en el
camino de la salvación.
El ejemplo de Jesús
Jesús nos puso ejemplo
en todas las cosas, para que siguiéramos sus pasos. Él fue el modelo de la vida
cristiana para el individuo, y también el ejemplo viviente para sus ministros
escogidos (1 Pedro 2.21).
Aunque Jesús no cometió
pecado, se hizo bautizar para darnos ejemplo. Usted leerá el relato de su
bautismo en Mateo 3.13-17. Jesús fue
sumergido en el agua. Ésta no fue rociada o derramada sobre Él, porque la Biblia
dice que: "Jesús, después que fue
bautizado, subió luego del agua". Inmediatamente el Espíritu de
Dios descendió sobre Él, en este caso visiblemente, y una voz desde el cielo
dijo: "Este es mi Hijo amado, en
quien tengo complacencia". ¡Que Dios nos asista para que
con su ayuda, poder y gracia, vivamos una vida de victorias, de tal manera que
finalmente pueda decir lo mismo de nosotros!
También a los ministros
dio ejemplo Jesús. ¿Sabía usted que Él bautizó más discípulos que Juan el
Bautista?
Lea usted los
siguientes versículos: "Después de esto, vino Jesús
con sus discípulos a la tierra de Judea; y estuvo allí con ellos, y bautizaba…
Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y
bautiza más discípulos que Juan (aunque Jesús no bautizaba, sino sus
discípulos)" (Juan 3.22 y 4.1-2).
Significado de la frase: "En el nombre de Jesucristo"
Hay un importante
significado en esas palabras. Realmente Jesús no efectuaba el trabajo físico de
bautizar personalmente. Sus discípulos lo hacían por Él. Y lo que ellos hicieron
por su autoridad y orden, fue atribuido a Él mismo. Así que era como si Jesús
mismo efectuara los bautismos.
He aquí una verdad muy
importante: Sus discípulos bautizaban en su nombre, es decir, en su lugar
- lo hacían por Él,
por su autoridad - el bautismo se
aceptaba como acción personal de Jesús. De hecho, el Espíritu Santo inspiró el
testimonio directo de que Jesús bautizó a más discípulos que Juan. Cuando, bajo
la dirección de Él y por su autoridad, sus discípulos escogidos - escogidos por Él
- bautizaban en su nombre, a Jesús se le atribuía la
acción. En otras palabras, Él bautizaba por medio de sus discípulos.
Pedir cualquier cosa en
oración, o hacer cualquier obra en el nombre de Jesucristo, es pedirlo o hacerlo
por su autoridad. Es actuar por Él. Hacerlo por Él, en su lugar. Es obrar como
un apoderado que actúa en su representación. Esto implica que Él nos ha delegado
esa autoridad a nosotros y en realidad así lo ha hecho, porque se nos manda
hacer todas las cosas en el nombre de Cristo.
Jesús ordenó el bautismo
Retenga en su mente la
clara descripción del verdadero Evangelio. El legítimo Evangelio de Jesucristo
es el mensaje que Dios envió al mundo, y Cristo fue el Mensajero divino que lo
trajo y lo proclamó. Éste no era esencialmente un mensaje referente a Jesús
mismo, sino acerca del Reino - del gobierno
- de Dios. El
Salvador personalmente enseñó dicho mensaje a sus doce apóstoles por espacio de
tres años y medio.
Después de su
resurrección, Jesús dio a sus discípulos la comisión final del Evangelio para
esta era. Y al hacerlo, ordenó el bautismo como un estatuto obligatorio para la
era evangélica del presente:
"Y
les dijo: Id por todo el mundo; predicad el evangelio [el mensaje que Dios envió y
Cristo proclamó] a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo;
mas el que no creyere, será condenado" (Marcos 16.15-16). Note dos puntos:
primero el Evangelio a predicarse no era el mensaje que se proclama en la
actualidad sobre la persona de Cristo, sino el mensaje que Él trajo y predicó
- las buenas
noticias del gobierno de Dios. Segundo ¿qué es necesario que creamos para ser
salvos? Lo que va a predicarse: el Evangelio. Sin embargo, hasta los sacerdotes
y ministros de hoy hacen a un lado la ley de Dios, es decir, el gobierno (Reino)
de Dios, ya que no puede existir ningún gobierno sin ley. Niegan el mensaje en
que tenemos que creer para ser salvos - y sus seguidores
no pueden ser salvos porque han sido - y están
- engañados. También
dice la Escritura: todo el que "fuere bautizado" será salvo. El bautismo es
parte de la comisión divina - una ordenanza
obligatoria para la salvación.
Note la versión de la
"Gran Comisión" que nos da Mateo:
"Por
tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…" Ciertamente los discípulos
tuvieron que impartir a los gentiles las enseñanzas que ellos habían recibido de
Jesús - el mensaje que
Dios les mandó entregar y proclamar al mundo - las buenas
noticias del gobierno de Dios, que no han sido proclamadas al mundo por 1.800
años o más - "…bautizándolos en
el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden
todas las cosas que os he mandado" (Mateo 28.19-20).
Aquí una vez más, en la
"Gran Comisión" final para la predicación del Evangelio en esta época, Cristo
ordenó el bautismo, y específicamente declaró que se hiciese "en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo".
En el nombre de Jesús solamente
En virtud de que hoy en
día muchos son bautizados de nuevo "en el nombre de Jesús solamente" para
eliminar al Padre y al Espíritu Santo, debemos considerar aquí el porqué de esta
práctica. Sostienen los que hacen así que Mateo 28.19 es el único pasaje
de la Biblia donde se manda nombrar al Padre y al Espíritu Santo. Dicen que una
cosa tiene que ser establecida "de la boca de dos o más testigos" y puesto que,
según afirman ellos, sólo hay ese único testigo para tal mandato, debe ser
rechazado. Todos los otros pasajes solamente mencionan el nombre de Jesús.
Lo cierto es que se
requieren dos o más testigos únicamente en el caso de testimonio humano
- cuando uno acusa a
otro. Pero esa instrucción no es aplicable al testimonio divino, ya que fue
inspirado por el Espíritu Santo. Por el contrario, "Toda la Escritura es
inspirada por Dios, y útil…" (2 Timoteo 3.16). Y la Escritura
no puede ser quebrantada (Juan
10.35). Si usted puede quebrantar,
desaprobar, rechazar o suprimir esta sóla Escritura, puede rechazar las
restantes.
La palabra "en" que
aparece en Mateo 28.19 propiamente debe
traducirse "dentro de". El significado es, pues, que los creyentes arrepentidos
son bautizados, inmergidos, dentro de Dios el Padre, y dentro de Cristo el Hijo,
y dentro del Espíritu Santo. Pero el que sumerge al nuevo creyente bajo el agua,
ejecuta el acto en el nombre de - es decir, por la
autoridad de - Jesucristo. ¿Por
qué? Porque Jesús dijo: "Toda potestad" - y eso incluye toda
autoridad - "me es dada en el
cielo y en la tierra". Él tiene todo el mando. Así
que lo hacemos por su autoridad, o de lo contrario, ningún poder nos asiste para
hacerlo.
Ordenanza del Nuevo Testamento
Los apóstoles
entendieron que el bautismo era una comisión divina y un mandato. Ellos lo
cumplieron. Siempre bautizaron a los creyentes arrepentidos.
El primer sermón
inspirado después de que el Espíritu Santo vino a convertir a Pedro y a los
demás apóstoles fue mencionado en los párrafos anteriores. Pedro ordenó a todos
el arrepentimiento y el bautismo.
Y, "así que, los que
recibieron su palabra, fueron bautizados: y se añadieron aquel día como tres mil
personas" (Hechos 2.41).
"Entonces Felipe,
descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo… Pero cuando
creyeron a Felipe, que anunciaba el
evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres
y mujeres" (Hechos 8.5,
12).
Algunos, que no creen
en el bautismo por inmersión, quizás digan que lo anterior no es ejemplo de
bautismos con agua, sino con el Espíritu Santo. Pero después, cuando Pedro y
Juan fueron enviados a esta misma gente de Samaria, dice la Escritura que:
"los
cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo;
porque aún no había descendido sobre
ninguno de ellos, sino que solamente eran bautizados en el nombre de Jesús"
(Hechos 8.15-16). Ninguno de ellos
había sido bautizado todavía con el Espíritu Santo - sin embargo, ya
habían sido bautizados - pero en el agua
solamente.
El
bautismo -
innegable ordenanza
Pedro fue quien predicó
el primer sermón inspirado después de la venida del Espíritu Santo y ordenó el
bautismo a los judíos en Jerusalén, y así también fue Pedro a quien Dios envió a
predicar por primera vez el Evangelio a los gentiles diez años más tarde. Fue en
la casa de un gentil muy devoto - Cornelio. Pero,
devoto como era, no entendía - no tenía
suficiente conocimiento acerca de la salvación. Él cayó a los pies de Pedro para
adorarlo. Dios había enviado a Pedro para que le instruyera.
El apóstol predicó a la
familia de Cornelio "la palabra que Dios
envió"
- es decir, el
mensaje enviado por Dios mediante Jesucristo como Mensajero. Y "mientras aún
hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el
discurso" (Hechos 10.44). En el versículo 45 se describe como
"el
don del Espíritu Santo". Al decir "también", se nos indica que
era el mismo "bautismo" con el Espíritu Santo que Pedro y los apóstoles habían
recibido. Hechos 11.15-17 lo describe
claramente como el mismo "bautismo" con el Espíritu Santo que recibieron los
apóstoles. Ahora los gentiles habían recibido el "bautismo" con el
Espíritu.
Entonces respondió
Pedro: "¿puede acaso alguno impedir
el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo
también como nosotros? Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús"
(Hechos 10.47-48).
He ahí un definido e
inspirado mandato de bautizar en agua.
¿Inmersión, rocío o derramamiento?
Como en todos los otros
puntos doctrinales, las iglesias de hoy están en completa confusión - algunas practican
el bautismo derramando el agua o bien rociándola, y otras por inmersión. Algunos
dicen que da lo mismo. Quienes rocían el agua usualmente la aplican a los
niños.
La palabra "bautismo"
es de origen griego. El Nuevo Testamento fue escrito en dicha lengua.
Literalmente la palabra en griego es baptizo y la definición es "inmersión",
o sea el acto de sumergir o sumergirse una persona o cosa en un líquido. No
quiere decir rociar o derramar. La palabra griega para "rociar" es rantidzo y para "vaciar" o "derramar" es
cheo. El Espíritu Santo no inspiró el
uso de ninguna de estas palabras, sino baptizo, significando sumergir o
introducir en.
Así pues, rociar o
derramar agua sobre alguien no es bautizar.
Cuando uno entiende el
significado de las palabras inspiradas, no es lógico hablar acerca de ¿qué forma
o modo de bautizar debe emplearse - rociando, vaciando
o sumergiendo? Es tan ridículo como si preguntásemos: ¿Qué forma de inmersión
adoptaremos - rociando, vaciando
o sumergiendo? Rociar o derramar agua sobre alguien no es bautizar.
Juan bautizaba en el
área de Enón cerca de Jerusalén porque "había allí muchas aguas"
(Juan 8.28). Para rociar o
derramar agua sobre la gente, le hubiera bastado una taza o un cántaro lleno de
agua - pero para bautizar
se requiere "mucha agua" - la de un río, por
ejemplo. Este versículo también indica que Juan bautizaba o inmergía "en Enón"
- el sujeto era
puesto dentro del agua, no el agua sobre el sujeto.
Jesús nos dio ejemplo
- su bautismo no
tuvo ningún otro propósito - Él descendió y fue
sumergido en el agua, porque dice Marcos 1.10, "…subía del
agua".
Felipe y el eunuco, ambos, descendieron también al agua (Hechos 8.38). No había otra
razón para que Felipe se metiera en el agua, excepto que no había otra manera de
sumergir al eunuco. Ellos subieron del agua (versículo 39).
El significado del bautismo
El bautismo es una
sepultura y una resurrección de la tumba. "Sepultados con Él en el
bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con Él, mediante la fe en el
poder de Dios que le levantó de los muertos" (Colosenses
2.12). Ni rociando ni derramando agua
sobre una persona se logra sepultarla y resucitarla simbólicamente. Aquellos son
actos que no describen el significado simbólico del bautismo y por eso no tienen
relación con el mismo.
Cuando uno es sumergido
en el agua, se halla en una tumba acuosa. No viviría diez minutos si no fuera
sacado o levantado de su sepulcro acuoso. Por lo tanto, una persona sumergida en
el agua está en una verdadera tumba.
Pablo dice:
"¿O
no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido
bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que
como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en
la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección"
(Romanos 6.3-5).
He ahí el bellísimo
simbolismo - el verdadero
significado del bautismo.
Representa, en símbolo,
la muerte, sepultura y resurrección de Cristo.
Así como todas las
cosas en el plan de Dios son duales en operación, el bautismo también tiene una
representación dual: simboliza la crucifixión del viejo hombre (versículos 6-7), es decir de la
vida pecaminosa; la sepultura del yo culpable y la ascensión de esa tumba acuosa
es símbolo de una persona cambiada, resucitada a una vida nueva, recta y
espiritual en Cristo Jesús.
El descenso al agua
escenifica la muerte de Cristo, y del viejo hombre, y la acción de sacar a uno
del agua ilustra la resurrección de Cristo y la de una persona resucitada
espiritualmente que desde ese momento andará "en vida nueva".
El bautismo en agua es
la ordenanza dada por Cristo, mediante la cual expresamos nuestra fe en Él como
Salvador - la aceptación de
su muerte, entierro y resurrección por nosotros, y nuestro arrepentimiento de la
vida pasada y entierro de la misma, emergiendo a una nueva y mejor vida a partir
de ese momento. El bautismo es una ordenanza bellísima, llena de
significado.
No somos bautizados dentro de un grupo religioso
Advierta también que
somos "bautizados en Cristo Jesús"
(Romanos 6.3), o como lo
expresó Jesús, según Mateo
28.19, en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo - no en él de alguna
iglesia, organización o grupo religioso.
En muchas iglesias
sectarias de hoy, el ministro o sacerdote rehusará bautizar a la persona, a
excepción que sea para pertenecer a su iglesia - su grupo u
organización de seres humanos. Ese no es el bautismo originalmente ordenado.
Nosotros debemos ser bautizados dentro de la familia divina - la Familia de
Dios, y "en el nombre" - por la autoridad
- de
Jesucristo.
En muchas iglesias el
bautismo ha degenerado en simple rito o ceremonia de ingreso a la sociedad de
una organización sectaria - nada más que un
rito como el de la asociación a una logia, o un club social.
Grábese bien estas
verdades: Uno bien puede "incorporarse" o "ingresar" en una logia, club social,
o grupo organizado por hombres (y la mayor parte de las iglesias de hoy han
degenerado en clubes sociales). Pero, uno no puede unirse a la verdadera Iglesia
de Dios. Usted no puede ingresar en ella por su propia voluntad. No, Dios tiene
que ponerlo a usted en ella - ningún hombre
puede hacerlo - usted no puede por
sí mismo.
¿Cómo gana uno acceso a
la verdadera Iglesia? "Por un solo Espíritu fuimos
todos bautizados en [puestos dentro de]
un
cuerpo" (1 Corintios
12.13) - el cuerpo de
Cristo, la verdadera Iglesia de Dios (Colosenses
1.18). "Bautizar" quiere decir
"poner dentro" o "sumergir". Cuando recibimos el Espíritu Santo de Dios que nos
cambia y nos hace nuevas criaturas en Cristo, recibimos la impregnación de vida
eterna procedente de Dios. Es el germen mismo de la vida de Dios el Padre. Es el
Espíritu generador mediante el cual nos convertimos en sus hijos y podemos
llamarle Padre (Romanos 8.14-15). La Iglesia de
Dios es la Familia de Dios - compuesta de los
hijos de Dios. No somos sus hijos hasta que recibimos su Espíritu - su naturaleza
- su vida. Cuando
recibimos su Espíritu, automáticamente somos puestos dentro de su familia, su
Iglesia. El ingresar en algún club social llamado iglesia no nos coloca dentro
de la Iglesia de Dios.
Ahora bien, el bautismo
en agua es una condición obligatoria para recibir el Espíritu Santo. En Samaria,
y en Efeso, no recibieron el Espíritu Santo sino hasta después de que fueron
bautizados en agua (Hechos
8.14-17;
19.1-6). Aunque es cierto
que en la casa de Cornelio recibieron el Espíritu Santo y de ese modo fueron
bautizados por el Espíritu dentro de la Iglesia antes de ser sumergidos en el
agua, note que Pedro ordenó inmediatamente el bautismo en agua. Esa fue una rara
excepción de la regla.
Pero, no hay promesa de recibir el Espíritu Santo
sin antes ser bautizado en agua. Aunque Dios en su sabiduría y amor puede en
algunas circunstancias hacer excepciones, la orden es: "arrepentíos y bautícese cada
uno" y
entonces "recibiréis el don del
Espíritu Santo".
El ladrón en la cruz
¿Es esencial el
bautismo? ¿Se salvó el "ladrón en la cruz"?
La contestación es:
Dios ordena el bautismo en agua. El bautismo en agua no es lo que nos salva.
Aunque es una ordenanza, "para la remisión de los
pecados", con todo es simplemente un
símbolo de aquello que remite nuestros pecados - la muerte de
Cristo. Y aunque representa su resurrección, por la cual finalmente somos
salvos, no deja de ser solamente el símbolo de la realidad.
La verdad es que el
"ladrón en la cruz" no estaba en condiciones de ser bautizado. Y como el
bautismo no es lo que nos salva de la pena de muerte, ni nos hace rectos, ni nos
imparte vida eterna, el malhechor no perdió su salvación por causa de
circunstancias fuera de su control. Dios hace concesiones en tales casos. Pero
Dios ordena el bautismo en agua y quien pueda cumplir con este mandamiento y lo
desafíe, lo rechace, o lo descuide posponiendo la obediencia al mismo hasta que
sea demasiado tarde, ciertamente está cometiendo un acto de desobediencia que le
impondrá la pena del pecado y le impedirá ser salvo.
Usted no tiene que
preocuparse por el ladrón en la cruz ni por aquél que esté incapacitado del todo
de ser bautizado. Pero este mandamiento sí le concierne a usted que está
capacitado para obedecerlo. Esto es esencial para la salvación, puesto que Dios
lo ordena, y no cumplirlo es desobediencia, que a la larga se traducirá en
pérdida de la salvación.
¿Cuánto tiempo esperaremos?
Esto nos conduce a la
pregunta ¿cuánto tiempo debemos esperar antes de ser bautizados? Una o dos
denominaciones insisten en posponer el bautismo hasta que el candidato esté
seguro de poseer el Espíritu Santo, de estar viviendo una vida recta y
espiritual, o de haber alcanzado determinado conocimiento espiritual. Cierta
iglesia no bautiza a los candidatos hasta que éstos llegan a "ver" y a aceptar
las leyes de Dios al igual que muchas de sus doctrinas particulares, y
generalmente señalan seis meses como período de prueba.
Pablo dice que la ley
de Dios "es espiritual" y que la mente
carnal (no convertida) no se sujeta a la ley, ni tampoco puede sujetarse
(Romanos 7.14 y
8.7). La orden de Dios es: 1)
predicar el Evangelio, el cual conduce a una profunda convicción de pecado en
los corazones de los que Dios está llamando, seguida de arrepentimiento y fe en
Cristo; 2) bautismo; y 3) ellos recibirán el Espíritu Santo, que renueva sus
mentes, les instruye y les manifiesta la verdad espiritual. Puesto que uno no
puede entender la ley espiritual de Dios o las cosas espirituales hasta que
recibe el Espíritu Santo, y tiene que ser bautizado antes de recibirlo, el
primer paso es bautizarse. Todos sabemos que hemos pecado y que hemos vivido
contrariamente a la voluntad de Dios, aunque no tengamos entendimiento
espiritual de la voluntad divina. Dios puede conceder arrepentimiento a esa
mente carnal antes de su conversión. Uno no necesita poseer educación espiritual
universitaria sobre conocimientos de Biblia para arrepentirse y ser bautizado en
Cristo. El orden de acción que Jesús indicó fue: 1) predicar el Evangelio, 2)
bautizar a los creyentes arrepentidos, y 3) enseñarles los mandamientos
(Mateo 28.19-20).
Así pues, ¿cuándo se
debe realizar el bautismo?
La contestación es: tan
pronto como la persona verdaderamente admite sus pecados pasados y de su vida
pecaminosa - tan pronto como
comprende que su propio camino de vida ha sido perverso y lo aborrezca; cuando
se vuelva de su mal camino y busque anhelosamente los caminos de Dios para vivir
en ellos; cuando verdaderamente se arrepienta de su vida pasada de pecados y
crea y acepte a Jesucristo como su Salvador personal a quien tiene que obedecer
desde ese día en adelante; cuando quiera volverse a la nueva vida de fe en
Cristo Jesús, una vida diferente, transformada y feliz; cuando quiera llegar a
ser un hijo de Dios - entonces esa
persona debe ser bautizada inmediatamente si es dable - y de haber algún
impedimento, entonces tan pronto como se pueda.
El bautismo nunca debe ser aplazado
Se corre el peligro de
relegarlo hasta que sea demasiado tarde. Según todos los casos mencionados en el
Nuevo Testamento, los creyentes arrepentidos fueron bautizados inmediatamente.
Durante la fiesta de Pentecostés 3.000 personas fueron bautizadas el mismo día.
Felipe bautizó al eunuco de una vez. Ananías recibió la orden de bautizar a
Saulo, cuyo nombre fue cambiado a Pablo, el apóstol. Al encontrarlo, Ananías le
dijo: "Ahora pues, ¿Por qué te
detienes? Levántate, y bautízate y lava tus pecados, invocando su nombre"
(Hechos 22.16). Pablo bautizó al
carcelero filipense y a todos los de su casa "aquella misma hora de la
noche"
- y era después de
media noche (Hechos 16.33). Ni siquiera
esperaron la luz del día.
¿Deben ser bautizados los niños?
Una persona no puede
ser bautizada sino hasta que se haya arrepentido completamente. Sólo los que
creen, tanto el verdadero Evangelio (el mensaje que predicó Jesús, es decir las
buenas noticias del Reino o gobierno de Dios) como en Jesucristo como Salvador
personal, pueden ser bautizados (lea Hechos 2.38; 8.37;
16.31).
Los niños no han
alcanzado esa madurez que permite tener la autodisciplina necesaria para
arrepentirse verdaderamente y creer. Recuerdo algunos casos en que niños de 8 a
12 años fueron bautizados por otras personas a pesar de mis objeciones y
protestas, y sin excepción, esos niños se hicieron más desobedientes, más
ingobernables y más pecadores que antes.
Cuando algunos de
Samaria oyeron predicado el Reino de Dios y el nombre de Jesucristo por Felipe
"se
bautizaban hombres y mujeres" (Hechos 8.12). Unicamente los
adultos eran considerados maduros para recibir el bautismo.
La mente común madura
más o menos a los 25 años - aunque hay
frecuentes excepciones. Algunos pocos maduran y llegan a ser sobrios y serios en
los aspectos de la vida a los 16, o en raras ocasiones aún antes.
La mente inmatura puede
experimentar un sentimiento emocional de remordimiento temporal y esto puede ser
falsamente interpretado como arrepentimiento, pero es sólo una pasión momentánea
que pronto se olvida. Es como el amor ilusorio entre adolescentes. Muchos
jóvenes de 13 a 18 años tienen experiencias emocionales temporáneas, y aseguran
estar "enamorados". Por supuesto que ellos se sienten absolutamente seguros de
su amor y no se les puede contradecir al respecto. Generalmente con el tiempo se
les pasa, pero, en raros casos, por supuesto, puede haber algunos que realmente
"saben discernir sus sentimientos" - si bien que ésta
sería la extraordinaria excepción de la regla. Lo mismo ocurre con el
arrepentimiento y la fe.
El niño bautizado
alrededor de los 12 ó 15 años de edad pudiera estar muy seguro de la
determinación tomada, al momento de celebrarse la ceremonia. Pero cuando ese
niño alcanza la edad entre 16 y 21, él o ella arrostra experiencias enteramente
nuevas en la vida que se presentan bajo diferentes influencias de otros
adolescentes, las cuales son muy distintas hoy de las de hace dos o tres
generaciones; la mayoría tiene que enfrentarse entonces a muchas tentaciones
peculiares de la energía, del dinamismo, de las inquietudes, de la excitación y
de los anhelos de la juventud en la flor de su atractivo personal. La
experiencia nos enseña que ni uno de cada cien puede ser verdaderamente
convertido en la adolescencia y permanecer en esa condición, creciendo
constantemente en la vida espiritual, acercándose más y más a Cristo y a su
Reino, durante esos años de prueba.
No se puede establecer
una regla acerca de la edad apropiada para el bautismo. Es casi imposible estar
absolutamente seguro respecto de los jóvenes menores de 21 ó 25 años
- y especialmente en
cuanto a los menores de 18 años. Por lo tanto, una vez que se esté positivamente
seguro de que los jóvenes en realidad se han arrepentido y hastiado - no
momentáneamente, sino permanentemente - de su propia
voluntad, de vivir según sus propios deseos y de los caminos de este mundo,
conviene estimularlos a vivir de acuerdo con la Palabra de Dios, pero no
bautizarlos hasta estar seguros en lo absoluto. Juan el Bautista insistía en que
el candidato mostrara "frutos de arrepentimiento" - probara su
arrepentimiento por los frutos manifestados en su vida.
Los jóvenes deben dejar
que unos cuantos años de tales frutos prueben su arrepentimiento, su permanente
sinceridad y su formalidad. Los adultos deben ser bautizados inmediatamente, o
tan pronto como sea posible, si muestran verdadero arrepentimiento y fe.
Muchos de nuestros
lectores, que desean el bautismo, pero que no encuentran al siervo de Dios
idóneo para bautizarlos, se ven forzados a esperar por esta verdadera necesidad
hasta que podamos enviarles un ministro, o hasta que ellos puedan venir a
nosotros. Donde las circunstancias impiden el bautismo inmediato, o como en el
caso del ladrón en la cruz, Dios hace concesiones. Pero evítese toda demora
innecesaria.
[La Iglesia de Dios
tiene varios ministros en el mundo hispanohablante. Pocos podrán encontrar gran
dificultad en ponerse en contacto con un verdadero siervo de Dios.]
¿Debe el bautismo ser administrado solamente por ministros
ordenados?
Finalmente, ¿quién está
autorizado para administrar el bautismo?
¿Quien puede bautizar a
los creyentes arrepentidos? ¿Solamente los ministros ordenados? ¿Cuánta bondad,
fe o espiritualidad se requiere en el individuo que ejecuta la ceremonia?
Primero, veamos el
ejemplo de Jesús; sigamos sus instrucciones y luego las enseñanzas y prácticas
de la Iglesia primitiva del Nuevo Testamento.
¿Era Jesús mismo un
"ministro ordenado" - es decir, ordenado
y aprobado por una de las denominaciones organizadas? No, Él fue despreciado y
rechazado por las autoridades religiosas de sus días - fue combatido,
perseguido y vituperado como "separatista". Y Él bautizó a más discípulos que
Juan. Tampoco fue Juan reconocido, ordenado o acreditado por las instituciones
religiosas de su tiempo. A los ojos de ellas, él era un perfecto intruso.
Como ya lo explicamos,
Jesús mismo no sumergió a ninguno con sus propias manos. Sus discípulos lo
hicieron por Él, por su autoridad. Y precisamente allí está el punto que
resuelve toda la cuestión. La persona idónea para hacer la sumersión siempre
debe ejecutarla en el nombre de Jesucristo - lo cual quiere
decir por su autoridad, actuar por Cristo como su discípulo.
Lo esencial es que
Cristo es quien ejecuta el bautismo de usted. El individuo que lo sumerge en el
agua solamente desempeña el acto físico por Cristo, en su lugar. Usted no debe
fijarse en el instrumento humano, una vez que lo haya seleccionado
escrupulosamente como la persona idónea que a su juicio es hombre de Dios,
llamado y gobernado por Cristo y usado por Él en la obra de su verdadera
Iglesia. Si después éste se vuelve al mal camino, con todo, su salvación no
depende de aquel hombre ni de ningún otro mortal, sino únicamente de Cristo. No
es necesario ser bautizado de nuevo por otro hombre.
Siempre existe el
peligro de que usted se engañe respecto de la persona que cree capaz de actuar
por Cristo en la ceremonia del bautismo. Si éste dependiera del hombre, usted
tendría que poseer poderes divinos para leer mentes y corazones y estar seguro.
Tendría que ser sumergido cincuenta veces antes de estar bien seguro de la
idoneidad del ejecutante - y aun así, usted
podría equivocarse. Basta con tener todo el cuidado posible, como Dios le
permita, al seleccionar al hombre que actuará por Cristo en la ceremonia
- y entonces no mire
al hombre - mire a Cristo
- considere que es
Cristo quien le bautiza por medio de un instrumento humano. Y si después el
instrumento resulta ser imperfecto, recuerde que todos los seres humanos somos
imperfectos, pero que usted fue bautizado por y en el nombre del único que ha
sido perfecto, y puesto que el bautismo fue en realidad efectuado por Cristo, nunca debe ser repetido por otra
persona.
¿Quién debe bautizar?
Ahora volvamos al
ejemplo de Cristo. Durante su propio ministerio terrenal, Jesús dejó que sus
discípulos efectuaran esta sumersión por Él. En ese entonces ellos aún no
estaban convertidos - no habían recibido
todavía el Espíritu Santo (Juan
7.39) porque Jesús aún no había
ascendido al cielo para enviárselo (Juan 16.7). Ese Espíritu
vino por primera vez a residir en los
discípulos en el día de Pentecostés y así los convirtió en los primeros
cristianos.
Pedro era su líder
cuando se efectuaban los bautismos, y aun después de éstos negó a Jesús tres
veces. Si usted hubiera sido bautizado por Pedro en el nombre de Cristo, ¿se
habría hecho bautizar de nuevo después de saber que había negado a su
Maestro?
Los discípulos que
bautizaban por Jesús cuando Él estaba con ellos en persona, no eran ministros
ordenados - no eran aceptados
por ninguna iglesia organizada. En ese entonces eran simplemente estudiantes o
discípulos de Jesús que estaban siendo enseñados, y no estaban preparados
todavía para ser enviados como apóstoles y ministros suyos. Hay indicios que
eran hombres jóvenes, quizás sin tener la edad suficiente como para ser
predicadores y evangelistas. No eran perfectos, ni estaban convertidos todavía
(Lucas 22.32).
Considere ahora las
enseñanzas de Cristo. Los que predican y enseñan su Evangelio (las
denominaciones organizadas de hoy predican un evangelio diferente) son los que
Él mandó y comisionó para que ejecutaran los bautismos (Mateo 28.19-20).
Advierta el ejemplo de
la inspirada Iglesia primitiva. Felipe no era un apóstol, ni un ministro
ordenado, sino solamente un diácono encargado por la Iglesia para llevar a cabo
tareas simples como el de servir mesas (Hechos 6.2-5). Sin embargo, él
descendió a la ciudad de Samaria y predicó a Cristo y su Reino, y los que
creyeron fueron bautizados (Hechos
8.5-6,12). El texto ni
siquiera asegura que era Felipe el que bautizaba - él tal vez
indicaba a algunos de los recién convertidos cómo hacerlo.
Si estudia el Nuevo
Testamento en cuanto a este tema, verá que no parece darle gran importancia al
hombre que sumerge al creyente en el agua, ya que es Cristo quien, en realidad,
lo hace. Más tarde, el Espíritu Santo habló a Felipe y le mandó bautizar al
eunuco (Hechos 8.26-39).
No obstante, note que
el que se encargaba de efectuar el bautismo era un representante (si bien no era
necesariamente ministro ordenado) de la verdadera Iglesia de Dios en todos los
casos mencionados en el Nuevo Testamento. Esta era la Iglesia fundada por Jesús
(Mateo 16.18).
Pablo bautizó a pocas personas
Finalmente consideremos
el ejemplo y las enseñanzas de Pablo.
La Iglesia de Corinto
tenía una contienda respecto del hombre que deberían seguir. En Corinto, algunos
querían seguir las enseñanzas de Pablo y empezar una iglesia con él a la cabeza
- otros querían
seguir a Pedro y algunos más a Apolos.
"¿Está dividido
Cristo?", les preguntó Pablo (1 Corintios
1.13).
"¿Fue
crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?
Doy gracias a Dios de que a ninguno de vosotros he bautizado, sino a Crispo
y a Gayo, para que ninguno diga que fuisteis bautizados en mi nombre. También
bauticé a la familia de Estéfanas; de los demás, no sé si he bautizado a algún
otro. Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio"
(1 Corintios 1.13-17).
Note, que Pablo bautizó
muy pocos. Él se valía de otros - quizás miembros
legos que no eran predicadores - para que
efectuaran los bautismos por Cristo. Él fue el ministro por medio de quien
Cristo llevó el Evangelio a los gentiles - a través de quien
Cristo, como Cabeza de la Iglesia, gobernó las iglesias que habían sido
levantadas por la predicación de Pablo y de los jóvenes que él instruyó y envió
bajo su dirección. Pablo no consideró importante o esencial bautizar
personalmente a todos los convertidos bajo el ministerio que Dios le encomendó.
"Cristo no me envió a
bautizar", dijo él.
Hoy en día muchos están
siendo convertidos mediante el ministerio que Dios está efectuando por medio de
nosotros, sus siervos. Y, como en los días de Pablo, hay peligro de que las
personas se fijen demasiado en la persona, en el instrumento humano que Dios
usa, en lugar de mirar a Cristo, la Cabeza de la Iglesia de Dios.
Y tal como lo hizo
Pablo, nosotros hoy a menudo encomendamos a otros que ejecuten el bautismo, pero
éste se hace en el nombre de Cristo. Realmente, Cristo es quien lo ejecuta por
medio de un instrumento humano. El individuo solamente hace las veces de un
sirviente, o agente de Cristo - que desempeña el
servicio, pero nunca para su propio crédito, gloria u honor.
Giras de bautismo
La Iglesia de Dios Universal tiene
ministros dedicados, convertidos y ordenados en muchas partes del mundo; además,
en países donde no tenemos un representante permanente, enviamos de tiempo en
tiempo hombres consagrados y bien instruidos, que conocen y entienden la Palabra
de Dios, y que son competentes para explicarla y para bautizar - si usted lo
pide.
Estos hombres son bien
instruidos y entrenados en la ordenanza
del bautismo. Ellos nunca le instarán para ser bautizado, pues Dios ha
creado todo ser humano con libre albedrío. Dios obliga a cada uno a hacer sus
propias decisiones, y el verdadero Dios nunca le forzará a convertirse.
Empero, si usted de su
propia voluntad desea aprender más acerca del arrepentimiento y el bautismo,
¿por qué no pide una visita de uno de los ministros de Dios? Posiblemente uno
podrá visitarle con muy poca demora. Y permítame sugerir que usted apunte en un
papel las preguntas que querrá presentar. Tras muchos años de experiencia
ministerial, yo he aprendido que usted olvidará sus preguntas si no lo
hace.
Centenares y millares
de personas están siendo convertidas - sus vidas
cambiadas - por esta Obra de
Dios, por La Pura Verdad, el Curso por
Correspondencia, y por el ministerio de la
Iglesia de Dios.
Algunos, sin darse
cuenta que uno de los verdaderos ministros de Dios les podía visitar, contestar
preguntas, e incluso bautizar, se han asociado a una de las iglesias de este
mundo. Usted no se puede asociar a la verdadera Iglesia de Dios - es Dios
todopoderoso que tiene que ponerle dentro de ella.
Pero si usted tiene
preguntas acerca de alguna doctrina, el arrepentimiento y el bautismo
- o cualquier
pregunta acerca de la Biblia, o la vida cristiana, escriba a la dirección de
nuestra oficina más cercana a su domicilio. Una lista de direcciones se
encuentra al final de este folleto.
Considere
cuidadosamente los hechos, según lo
que dice la Biblia. Entonces haga su decisión y tome los pasos que Dios le
muestre.þ