¿Existe
DIOS?
por
Herbert W. Armstrong
¿Se puede
demostrar científicamente
la existencia
de Dios?
¿Cómo se
originó la vida?
¿Podemos saber
si existe
un Dios
inteligente?
¡A |
FRONTEMOS EL PROBLEMA!
¿Es lógico creer en Dios? ¿Es Dios
simplemente un mito? ¿Una invención surgida de la ignorancia y la superstición
del pasado? Esto es lo que muchos suponen.
En busca de pruebas
Por mi parte, ¡yo
quería SABER! Y espero que usted
también, apreciado lector. Puse en tela de juicio la existencia de Dios. También
examiné la doctrina de la evolución. No me propuse desmentir ni la una ni la
otra, pero sí investigué y examiné cuidadosamente los argumentos en pro y en
contra, porque el saber que Dios existe, o que no existe, es precisamente el punto de partida para la adquisición de
todo conocimiento. ¡Es la BASE para el ENTENDIMIENTO!
Para llevar a cabo esa
investigación, que inicié hace más de medio siglo, eliminé por completo todo
prejuicio de mi mente. Fui en pos de la verdad, fuera ésta o no lo que yo quería
creer.
Existen dos
explicaciones para el origen del universo, de la vida y del hombre. Una es la
creación, llevada a cabo por un Dios Creador, y la otra es la teoría de la
evolución. En los círculos intelectuales ha llegado a prevalecer la doctrina de
la evolución. Esta última ha ganado aceptación general no sólo entre científicos
y educadores sino que muchos que profesan el cristianismo la han aceptado, si
bien únicamente en forma pasiva.
Por otra parte, aunque
son una minoría, todavía existen científicos, educadores, grupos religiosos
fundamentalistas y grupos pertenecientes al judaísmo que se aferran a la
creencia en la existencia de Dios.
Hay que saber, no suponer
Muchos de los que creen
en Dios, especialmente las personas que toman más o menos en serio la religión,
simplemente suponen que Dios existe.
¿Por qué? Porque esta
creencia les fue inculcada desde la niñez. Ha sido la creencia prevaleciente en
el medio en el cual han vivido y de aquellos que influyeron en la formación de
sus conceptos. Pero muy pocos de ellos han comprobado la existencia de Dios.
Por otra parte, quizá
la gran mayoría de quienes aceptan la evolución, al menos en forma pasiva,
simplemente la han aceptado por ser lo que han aprendido en la universidad, pues
la evolución se ha convertido en una moda intelectual. La creencia opuesta, la
de una creación especial, no se enseña en la universidad, y por lo general ni
siquiera se le examina seriamente. Con demasiada frecuencia, los que apoyan la
evolución hacen de ella un requisito previo para ser considerados como
científicos o intelectuales; la han convertido en símbolo de una determinada
categoría intelectual o académica. Para ellos, el dudar de esta hipótesis es un
signo de ignorancia o bien de inferioridad intelectual.
Todo esto nos muestra
que, en general, la gente cree lo que cree simplemente porque así se le ha
enseñado o porque es lo aceptado en su medio social. ¡La gente quiere pertenecer a un grupo! Acepta lo que
acepta su grupo. En general, cree lo que descuidadamente ha dado por hecho… ¡sin examinarlo o comprobarlo!
También sabemos muy
bien que las personas generalmente creen sólo lo que están dispuestas a Aceptar. En la mayoría de los casos la
gente no siente ninguna motivación por rechazar lo que se acepta en su medio
social, cultural o geográfico. Como dijo un filósofo, la mayoría de los que se
aferran a la teoría de la evolución lo hacen porque no quieren creer en Dios.
El libro que afirma ser
inspirado por Dios dice: "Los designios de la carne
son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco
pueden" (Romanos 8.7).
Todos los hechos, todos los razonamientos y todas las pruebas del mundo jamás inducirán a una persona a aceptar aquello contra lo cual tiene un prejuicio. Este se yergue como una barrera que impide que la verdad entre en la mente.
Yo descubrí la prueba
Al examinar los hechos
me vi obligado a reconocer que no existe prueba alguna que respalde la teoría de
la evolución. Es sólo una teoría, una creencia, una fe sin pruebas. Y a pesar de esto, sus
proponentes quieren difundirla en todo el mundo ¡como si fuera un hecho
comprobado!
Hallé PRUEBAS de la existencia del Dios
Creador. También hallé PRUEBAS de
que el libro llamado la Santa Biblia es en realidad la revelación inspirada de
ese Dios Omniscio que nos da la instrucción y los conocimientos básicos y
esenciales, sin los cuales el hombre es incapaz de resolver sus problemas,
evitar sus males o vivir en paz, felicidad, prosperidad universal y abundante
bienestar. El hombre es la obra maestra de su Hacedor. La Biblia es el MANUAL DE INSTRUCCIONES que nuestro
Hacedor ha enviado con su producto.
¿Cuál Dios?
Un ateo me escribió lo
siguiente: "Tenemos la historia de muchas religiones y muchos dioses. ¿Cuál de
esos dioses pretende usted que es su
Dios, y cómo sabe que existe?"
Esta es una buena
pregunta. ¡Merece una respuesta!
Sí, amigos míos, yo
tengo un Dios.
Los dioses de algunas
naciones han sido esculpidos por la mano del hombre en madera, piedra o algún
otro material ya existente. Los dioses de algunas religiones y de algunos
individuos han sido producidos por la imaginación y por razonamientos humanos
erróneos. Algunos han adorado el Sol u otros objetos inanimados de la
naturaleza. Todos estos dioses son cosas creadas. La mayoría han sido formados y
diseñados por el hombre y, por tanto,
son inferiores a él.
Pero aquel que creó, el que dio el ser a todo lo que
existe, incluyendo todo aquello que es falsamente llamado Dios, el que creó toda
la materia, la fuerza y la energía, quien creó y puso en vigor todas las leyes
naturales, el que creó la Vida y
dotó a parte de ella de inteligencia, ¡Él es Dios! Él es superior a cualquier
otra cosa que llamen "Dios". Él, y únicamente Él, ¡es Dios!
¡LA CREACIÓN ES LA PRUEBA DE DIOS!
Durante los dos últimos
siglos, entre los hombres que rechazan a Dios se ha desarrollado una enfermedad
mental que podemos llamar "teofobia". Hace 200 años la enfermedad apareció bajo
los nombres llamativos de "deísmo" y "racionalismo". Luego se disfrazó bajo el
nombre de "alta crítica". A medida que se desarrollaba esta seudoerudición,
llegó a emplear títulos tan atractivos como "progreso", "desarrollo" y
"evolución". Esto le ha parecido apetecible a la vanidad intelectual de un mundo
que anda a tientas, espiritualmente en tinieblas, en una era de difusión masiva
de conocimientos.
¿Creación sin Creador?
La teoría de la
evolución le proporcionó al ateo una explicación de la creación sin la necesidad
de un Creador. Sin embargo, este "racionalismo" equivocado nunca pudo explicar
los orígenes de las cosas o de la
vida.
Hoy los geólogos y los
biólogos más imparciales confiesan que no saben cómo la vida pudo haber evolucionado a
partir de la materia inanimada, pasando de las formas de vida simples a las
complejas especies interdependientes que vemos a nuestro alrededor, hasta llegar
finalmente al hombre. La teoría del "uso y desuso" de Lamarck, la "selección
natural" de Darwin y otras teorías afines han sido ya superadas, y las
"mutaciones" simplemente explican la presencia de variedades menos aptas para
sobrevivir.
Conocimiento científico nuevo y sorprendente
Ahora bien, ¡tratemos
de limitarnos a los hechos! ¿Qué es
lo que realmente ha determinado la ciencia?
El descubrimiento y el
estudio de la radiactividad durante los últimos cien años ha demostrado que ¡la materia no ha existido eternamente!
La radiactividad se describe como un proceso de desintegración. La era
atómica está abriendo nuevos campos a la investigación. Poco tiempo después de
que Madame Curie descubrió el elemento radio, en 1.898, se descubrió que este
material, y los demás elementos radiactivos que hoy conocemos, continuamente
están emitiendo radiaciones.
¿Ha existido siempre la materia?
Observemos
cuidadosamente lo que significa este HECHO ya comprobado por la
ciencia.
El uranio es un
elemento radiactivo más pesado que el radio. Su peso atómico es de 238,5. Al
descomponerse, libera un átomo de helio (peso atómico de 4). Cuando esto se
repite tres veces, entonces la sustancia que queda es radio, cuyo peso atómico
es de 226,4 aproximadamente. Así, pues, el radio es simplemente el producto
final del uranio, después de que éste ha liberado tres átomos de helio. Luego
continúa el proceso de desintegración en el radio, y el producto final de este
proceso de desintegración radiactiva es el elemento plomo. Por supuesto, este
proceso requiere muchísimo tiempo; se calcula que el período del radio es de
1.590 años, y el del uranio es aun mayor.
Yo mismo lo he visto en
el cuarto oscuro de un laboratorio de rayos X. Se colocó una pequeña porción de
radio sobre un espejo que estaba en el extremo de un tubo. Miré por el tubo a
través de un lente de aumento, y lo que vi parecía ser un cielo inmenso y negro,
con miles de estrellas fugaces que de todas partes se lanzaban hacia mí. De
hecho, lo que vi fueron las diminutas partículas emitidas por el radio,
amplificadas para hacerlas visibles al ojo humano.
Por lo tanto, sabemos
que ¡la materia no ha existido
siempre!
Cuando no existía la materia
Los elementos
radiactivos que existen hoy todavía no han existido lo suficiente como para
agotarse en su proceso de desintegración y quedar convertidos en plomo. De haber
existido SIEMPRE, sin tener un comienzo definido en el pasado, este
período de "vida" o "existencia" de los elementos radiactivos hubiera cesado
hace mucho tiempo, y todos los elementos radiactivos ya se hubieran convertido
en plomo. Puesto que estos elementos existen únicamente por un período definido,
y puesto que aún hay uranio, radio, torio y otros elementos radiactivos en el
mundo, los cuales aún no han existido ese número de años, ¡tuvo que haber un
tiempo en el pasado cuando estos elementos NO EXISTÍAN!
Aquí tenemos la prueba
científica de que LA MATERIA NO HA
EXISTIDO SIEMPRE. Hay elementos específicos que, en algún tiempo en el
pasado remoto, no existían. Luego hubo un tiempo, posteriormente, cuando estos
elementos VINIERON A LA
EXISTENCIA.
La evolución
generalmente postula que las cosas se desenvuelven gradualmente mediante el proceso natural
y paulatino de evolución que supuestamente aún observamos en el presente. Trate
de imaginarse, lector, si le es posible, algo surgiendo de la nada GRADUALMENTE. ¿Acaso tiene sentido
semejante idea?
Yo creo que no. Al
contrario, creo que si usted es sensato, tendrá que aceptar el hecho de una
CREACIÓN especial e instantánea,
y que necesariamente ALGÚN PODER
o ALGÚN SER tuvo que
llevar a cabo dicha creación. No hay efecto sin causa, y al aceptar el
inevitable Hecho, comprobado por los descubrimientos de la
ciencia, de la existencia de esa GRAN
PRIMERA
CAUSA,
usted ha aceptado el HECHO
de la existencia y la
preexistencia del Creador: ¡DIOS!
¿Cómo se originó la vida?
¿Qué decir de la
presencia de la vida? ¿De dónde
provino la primera forma de vida? La ciencia también ha hecho algunos
descubrimientos al respecto.
El más sabio de los
antiguos no sabía lo que la ciencia moderna pone a nuestra disposición. En
nuestra época se ha demostrado que LA
VIDA SOLAMENTE PROVIENE DE LA VIDA, y que cada especie se reproduce únicamente según su especie (Génesis 1.25).
Las obras de Tyndall y
Pasteur, en el campo de las bacterias y los protozoarios, demostraron
científicamente y de una vez por todas en el mundo microscópico lo que Redi
demostró anteriormente con respecto a organismos más grandes.
Todos los avances
recientes de la ciencia médica y quirúrgica en el tratamiento y la prevención de
las enfermedades contagiosas se basan en esta gran verdad de la ley de la biogénesis: La vida únicamente puede venir de VIDA preexistente.
¡Ningún otro hecho de
la ciencia ha quedado más firmemente demostrado! La vida no puede surgir de lo que no tiene vida.
La ciencia no nos proporciona ni un ápice de verdad que explique la presencia de
la vida en la Tierra por otro medio que no sea el de una creación especial,
efecto de la primera y gran causa original: Dios, quien es vida y es la fuente
de toda vida. Es absolutamente cierto ahora, por todo lo que la ciencia ha
demostrado, y conforme a todo lo que es racional, que se requirió una VERDADERA CREACIÓN para producir vida
de la materia inerte, lo orgánico de lo inorgánico.
La vida proviene únicamente de la vida
Uno no puede negar
racionalmente la existencia de mi
Dios, a menos que pueda explicar el origen de la VIDA sin un Creador, un Creador quien,
Él mismo, es vida. Así, el Creador
empieza a ser revelado por la ciencia y por la razón como un Dios VIVO, un Dios en quien hay VIDA y quien es el único que ha impartido vida a todos los seres que la
poseen.
Podríamos seguir
mostrando que lo descubierto por la ciencia acerca de la energía y su origen y
las leyes de la conservación de la energía, también comprueba, sin lugar a
dudas, que "las obras suyas estaban
acabadas desde la fundación del mundo" (Hebreos 4.3), es decir, que la creación
material es una obra completa y terminada, ¡no se está llevando a cabo
en la actualidad!
Examinemos ahora si esa
gran PRIMERA CAUSA es un ser inteligente o solamente una fuerza ciega e irracional.
¿Existe algo que sea superior a la mente humana?
Miremos a nuestro
alrededor. Reconocemos que la mente humana recibe conocimientos sólo por medio
de los cinco sentidos.
De manera que ahora yo
le pregunto, apreciado lector: ¿Sabe usted de algo que sea superior a la mente humana?
Observemos los planetas
que giran en sus órbitas en el espacio. Observemos el universo entero, en todo
su esplendor, con sus soles, sus nébulas y galaxias. Sí, estos son objetos
inanimados. No tienen mente ni inteligencia. No pueden hacer lo que el hombre puede hacer: pensar, razonar,
hacer planes y llevarlos a cabo según su voluntad particular.
La mente humana puede
conocer, pensar, razonar, hacer planes y ejecutarlos. Puede inventar y producir
instrumentos con los que le es posible investigar el vasto universo o estudiar
la más diminuta partícula. Con el desarrollo de naves espaciales y computadoras,
el hombre ha sido capaz de enviar astronautas a la Luna y traerlos nuevamente a
la Tierra, sanos y salvos. Puede hacer que los ríos fluyan en dirección opuesta
y aprovechar las fuerzas de la naturaleza poniéndolas a su servicio. Y ahora ha
aprendido a desencadenar la energía del átomo y a utilizar un poder tan
descomunal que finalmente cuenta con la capacidad de aniquilar todo lo que tiene
vida sobre la faz de nuestro planeta.
Pero hay una cosa que
ningún hombre ha logrado hacer: ¡No puede construir, fabricar, producir o crear
ninguna cosa que sea superior a él mismo!
El hombre puede tomar
materiales existentes y con ellos construir una casa. Un automóvil es casi una
cosa viviente; no obstante, la inteligencia y los poderes necesarios para
inventarlo y producirlo son superiores al objeto producido.
La inteligencia suprema
Si yo le insinuara que
algo que usted pudiera inventar, fabricar, construir o traer a la existencia
podría ser superior a usted y a su mente en inteligencia y habilidad,
¡ciertamente sería una afrenta a su inteligencia!
Ahora bien, permítame
preguntarle con toda franqueza: ¿Cree
usted sinceramente que algún poder o fuerza de menor inteligencia que la de su
mente lo produjo a USTED?
Si usted no cree en mi
Dios, entonces sólo le queda la alternativa de creer que algo inferior a su inteligencia lo produjo a
USTED, que la inteligencia que
usted tiene fue producida por una fuerza irracional, sin propósito y SIN INTELIGENCIA. La única posibilidad
racional es reconocer que la presencia misma de la mente humana es la PRUEBA de que la gran primera causa es
también la SUPREMA INTELIGENCIA,
¡cuyas habilidades son infinitamente superiores a las del hombre mortal!
Suponga que usted fuera el Creador
Suponga que usted
pudiera agregar a sus poderes de razonar, planear y diseñar, el poder mismo de
CREAR de tal manera que pudiese
proyectar su voluntad en cualquier dirección para producir y traer a la
existencia cualquier cosa que su mente planeara y deseara. Luego, suponga que se
propusiera diseñar, crear, dar forma y poner en movimiento un universo cósmico
sin límite, con planetas, soles, nébulas y galaxias en todo su esplendor, siendo
cada una de estas vastas unidades de la misma complejidad que el universo
existente. En uno de estos planetas usted planearía y produciría todas las
formas de vida que habitan el planeta Tierra, y no quiero decir reproducir, ya que no existiría el
universo actual para ser copiado. Habría mundos dentro de ese mundo, llegando
hasta las más infinitésimas partículas de materia que ni siquiera podemos ver
con la ayuda de los microscopios más potentes.
¿Cree usted que su
mente podría realizar semejante empresa?
Deténgase a
reflexionar.
¿Le parece racional
creer que algún poder o fuerza que carezca siquiera de la inteligencia humana
pudiera haber planeado, diseñado, creado, formado, integrado y puesto en
movimiento el increíble universo que contemplamos? Por tanto, ¡la gran primera
causa que creó la materia queda
revelada como la SUPREMA INTELIGENCIA
y el ARQUITECTO DEL
UNIVERSO!
El milagro del alimento orgánico
Miremos otra vez a
nuestro alrededor. Vemos seres humanos compuestos principalmente de ciertos
elementos específicos: materia orgánica viviente. Estos elementos vitales deben
ser suministrados y sustentados con alimento, agua y aire.
¡Ningún hombre, con
todo su ingenio y sus instalaciones científicas de laboratorio, puede PRODUCIR alimento! Es decir, no puede
tomar materia inorgánica y convertirla en la sustancia viviente que llamamos
alimento. Pero algún poder, fuerza, inteligencia o ser, de alguna manera y en
algún momento, inició el proceso, un proceso demasiado maravilloso como para que
un hombre pudiese diseñarlo o producirlo.
Y es así cómo del suelo
crecen el pasto, las legumbres y 'todos los demás vegetales, plantas y árboles
frutales, cada cual con el poder inherente para reproducirse según su especie. ¡Y esto es muy
bueno!
Cuando se siembra un
granito de trigo en la tierra, nace una planta que se desarrolla de una manera
demasiado maravillosa para ser comprendida o imitada por la mente humana Los
elementos absorbidos del suelo a través de las raíces son aprovechados por el
germen de la vida en la semilla y luego aparecen nuevos granos de trigo.
Durante este proceso,
el hierro inorgánico y otros elementos presentes en el suelo, habiendo sido
absorbidos por las raíces y trasladados hacia el nuevo grano de trigo, han sido
convertidos en materia orgánica que puede ser asimilada como alimento. Y este
mismo proceso maravilloso tiene lugar en la germinación de todos los granos,
vegetales, frutas y alimentos que salen de la tierra. Cuando comemos carne, tan
sólo estamos consumiendo, de segunda mano, la vegetación que consumió el
animal.
El hombre, con todos
sus conocimientos, sus laboratorios científicos y todo su genio inventivo,
carece de la inteligencia y los poderes para producir un solo grano de trigo o
para convertir la materia inorgánica en alimento vivo. ¿Es entonces razonable
afirmar que existen fuerzas o poderes, Sin inteligencia, que hayan sido
capaces de producir este milagro viviente que es el alimento? ¿Acaso no fue una
inteligencia infinitamente Superior
a la del hombre la que diseñó, creó y nos proporcionó toda esta
maravilla?
La inteligencia humana y la divina
Comparemos ahora la
sabiduría y la inteligencia del hombre con la de Dios, quien trajo todas estas
maravillas a la existencia y las mantiene en funcionamiento.
El grano de trigo que
Dios hace nacer de la tierra es un alimento perfecto. Pero, como es el caso con
otros dones perfectos de Dios, el hombre no sabe valorar la inapreciable
perfección del Dios Omnisapiente y, pretendiendo mejorar la obra del Creador, la
pervierte, la contamina y la mancilla. Al parecer, todo producto perfecto de
Dios que el hombre ha tocado, ¡lo ha desvirtuado, contaminado y echado a
perder!
Así ocurrió con el
indefenso grano de trigo. Millones de toneladas de trigo sano y saludable entran
en los molinos de invención humana. En éstos el hombre, supuestamente
inteligente, lo desintegra, le quita los 12 componentes minerales de reacción
alcalina y, a cambio, produce para el consumo humano sacos de harina blanca, un
carbohidrato de reacción ácida, ¡con blanqueadores venenosos agregados!
De esto la población
humana fabrica pan blanco, galletas, postres, macarrones, pastas, salsas, etc.,
frecuentemente mezclando la harina con azúcar blanco "refinado" y grasas… ¡una
combinación que con el tiempo garantiza la ruina de cualquier estómago! Sí, los
refinadores hacen lo mismo con el azúcar, y casi todos los alimentos que se
venden para el consumo en los supermercados han pasado por las fábricas del
hombre y han sido sometidos a sus procesos hasta quedar desprovistos de sus
propiedades nutritivas y ¡convertidos en venenos de acción retardada!
Estos "alimentos"
desvirtuados que el hombre ha pervertido, impulsado por su afán de lucro, han
producido en los cuerpos humanos una serie de enfermedades y dolencias que
nuestros antepasados de sólo hace algunas generaciones nunca conocieron.
La causa de las enfermedades
El resultado: Hoy
muchos mueren antes de su tiempo por padecimientos del corazón; otros mueren de
cáncer; la población sufre de reumatismo, artritis, diabetes, enfermedades de
los riñones, anemia, catarros, fiebres, pulmonía y miles de otras enfermedades.
Respondemos con entusiasmo a los anuncios de dentífricos y cepillos de dientes y
frenéticamente nos cepillamos los dientes; no obstante, nuestra dentadura sigue
llenándose de caries y perdemos nuestros dientes a una edad temprana por falta
de calcio y flúor en nuestra dieta.
En la actualidad muchas
personas no son sino glotones desnutridos. Nos atiborramos de masa, matando al
mismo tiempo de hambre nuestro cuerpo al privarlo de las vitaminas y minerales
esenciales. Después de todo, parece que el hombre no es tan inteligente como se
cree.
Asimismo, el Dios que
creó esta Tierra y toda su vegetación nos ordenó que dejáramos reposar la tierra
cada séptimo año. Sin embargo, el hombre es demasiado codicioso para obedecer.
Por esta razón, nuestros campos están agotados y los alimentos naturales como
las zanahorias, las remolachas y los nabos carecen de las vitaminas y los
minerales necesarios. ¡Y las compañías farmacéuticas se enriquecen vendiendo
vitaminas en forma de pastillas!
¿Cuál inteligencia es
superior: la del Dios que suministra
todo lo que necesitan los seres vivientes, o la de los humanos codiciosos,
avaros, necios, que rechazan a Dios y que, en su afán de obtener mayores
ganancias y lujos para sí, les han Robado las propiedades saludables y
nutritivas a los alimentos que Dios creó y nos obsequió?
No hubo relojero
Para medir el tiempo de
mis programas de radio necesitaba un reloj muy exacto con un cuadrante bien
claro. El único tipo que llenaba los requisitos era un reloj de ferrocarrilero,
el cual obtuve y aún tengo. Es un reloj de 23 rubíes, el más fino de su
tipo.
Sin embargo, ¡no marca
el tiempo perfectamente! Una o dos veces a la semana tengo que ajustarlo uno o
dos segundos si quiero estar seguro de su absoluta exactitud. Lo ajusto con el
reloj magistral de mi ciudad, o de cualquier ciudad. Con todo, aun estos relojes
magistrales no marcan el tiempo perfectamente. Una o dos veces a la semana deben
ser ajustados uno o dos segundos por medio del telégrafo, conforme al reloj
magistral de la nación que, en mi caso, se halla en el Observatorio Naval en
Washington, EE.UU. Pero este reloj magistral tampoco es perfecto; también tiene
que ser ajustado y corregido de vez en cuando.
Sí, ¡lo ajustan los
astrónomos de acuerdo con el RELOJ
MAGISTRAL del universo! Allá en los cielos se encuentra el gran reloj
magistral que jamás falla, que siempre
ESTÁ A TIEMPO, que NUNCA se atrasa ni se adelanta siquiera
una fracción de segundo. ¡Este reloj son los cuerpos celestes que recorren el
espacio!
Ahora, apreciado
lector, si le mostrara mi finísimo reloj de 23 rubíes y le dijera que, después
de todo, no fue armado en una fábrica; que de hecho ni siquiera fue diseñado,
planeado y armado por ningún relojero; que simplemente OCURRIÓ; que las menas de hierro
surgieron por sí solas de la tierra, se depuraron ellas mismas, se formaron y
moldearon a sí mismas hasta adquirir la forma de pequeños engranajes, resortes y
otras piezas; que el silicio salió espontáneamente de la corteza terrestre y que
se trasformó en el cristal del cuadrante; que la caja de oro se acrisoló y se
moldeó a sí misma; que los engranajes, los rubíes y los cientos de diminutas
piezas se ensamblaron ellas mismas en esa caja, se dieron cuerda y se pusieron
en movimiento, marcando el tiempo casi perfectamente… en fin, si yo tratara de
hacerle creer semejante historia, seguramente me diría que esto loco o que soy
un necio, ¿no es cierto?
¡Por supuesto! Usted sabe que la presencia de ese reloj es
una PRUEBA RACIONAL Y EVIDENTE de
la existencia de un relojero, o de varios relojeros, quienes lo planearon,
diseñaron, formaron, ensamblaron y le dieron cuerda para que empezara a
funcionar.
El reloj magistral del universo
Seguramente algún
escéptico, al elevar su vista hacia el vasto y majestuoso firmamento y al
observar el RELOJ MAGISTRAL del
universo que jamás falla siquiera por una milésima de segundo, el reloj perfecto
mediante el cual ajustamos constantemente nuestros relojes imperfectos hechos
por el hombre, dirá: "¡Todo esto simplemente sucedió AL AZAR! No hubo un Gran Relojero.
Ninguna MENTE magistral ideó, planeó y trajo a la existencia ese vasto
universo, no colocó a cada estrella y planeta en su lugar preciso ni puso en
movimiento la miríada de cuerpos celestes que recorren el espacio, cada cual en
su órbita prescrita. No. El universo simplemente se diseñó solo, se armó, se dio
cuerda y por sí solo se puso en movimiento. No hubo una inteligencia que lo
diseñó, no hubo plan, NO HUBO
CREACIÓN, ¡NO HUBO
DIOS!"
¿Puede alguien hacerme
semejante afirmación?
Si puede, le respondo
que no puedo respetar la inteligencia de esa persona. Y el Dios a quien yo
reconozco le responde: "Dice el NECIO en su corazón: No hay Dios" (Salmos 14.1; 53.1).
Si alguien puede mirar a su alrededor y observar cuán inteligentemente ha sido planeado y elaborado todo en la naturaleza, y en el mundo vegetal y animal (todo lo que vemos a excepción de lo que el HOMBRE, que rechaza a Dios y no quiere hacerle caso, torpemente ha estropeado y contaminado), y decir que duda de la existencia de un DIOS Creador omnisciente y omnipotente, ¡entonces tampoco tengo mucha fe en los procesos de raciocinio de esa persona ni en la sinceridad de su búsqueda de la VERDAD!þ